15 de octubre de 2012
A veces, soledad
Inalcanzable, fría, ajena, impasible, indiferente, distante.
Tan sólo una parte del puzzle.
Una máscara partida, pero una eficaz al fin y al cabo.
Se convirtió en el improvisto ¿y ahora cómo me deshago de ella?
Cambios lentamente.
Se te mete bajo la piel antes de darte cuenta y ¡zas!
¿Cómo funcionaba todo antes?
De cabeza me llevan, y ya pierdo las palabras poco a poco, se me escurren entre los labios y la mirada y acaban formando un lago inconexo que apunta en la dirección equivocada.
Momentos que ¡clak! encajan como si debieran haber estado ahí desde el principio.
Sonreír y seguir.
Pero esta vez de verdad.
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Un poema-reflexión bastante triste, no te parece?. Aunque quizás refleja tu estado de ánimo.
ResponderEliminarLa soledad querida Nay no es buena cuando no se sabe aceptar como un acompañante más en nuestras vidas.
Lo que me ha gustado es el final, "sonreís y seguir" porque de eso se trata, no?
No pretendía ser un texto triste, si soy sincera. Mas bien al contrario. Ese cambio, ese paso de no dejar que nadie te vea o te conozco de verdad, y de repente alguien que lo consigue y rompe con todo. Esa revolución que supone.
ResponderEliminarNunca he pensado en la soledad como algo malo, hay momentos en los que es muy necesaria.
Puede empezar con triste soledad, pero termina con un sentimiento totalmente diferente.
Esperanza, alegría, amor, amistad pueden romper muchas máscaras. ;)
Muchas gracias por el comentario. ^^